Diario de viaje #3: Caminando por los Annapurnas

El ambiente de Bandipur era un buen presagio de los que nos esperaba en nuestra ruta. Nos sentíamos aliviados por haber dejado la locura de Katmandú y con fuerzas renovadas para empezar este reto para nosotros, una ruta de senderismo digna de manual y de las más populares del mundo, Los Annapurnas.

Bajar de Bandipur y llegar a Besisahar no fue tampoco una tarea fácil. Nos tocó de nuevo regatear precios, compartir asientos, viajar en autobús local, etc. Besisahar es uno de los puntos de entrada para el trekking y nosotros decidimos al llegar ahí que nos saltaríamos un tramo inicial de la etapa para empezar más alejados aún de toda moto y bocina y ganarle al menos un día a nuestra ruta. Cogimos otro autobús local y fuimos saliendo de la ciudad. Nos alegramos de haber tomado esta decisión ya que vimos cantidad de canteras, obras, presas hidráulicas… de todo menos el paisaje que esperábamos. Así que no nos perdimos nada…

Guesthouse en Ngadir BazaarEl primer pueblo donde dormimos fue Ngadir Bazaar. Lo que más nos impactó: la hospitalidad y cercanía del dueño de la casa. Nos explicó de una forma muy cercana lo injusto que era el sistema de castas que aún a día de hoy existe. También nos explicó como la apertura de la nueva carretera les había afectado a ellos y a los pueblecitos cercanos. Ya muchos turistas cogían jeep hasta mucho más arriba, saltándose varias etapas, por lo que ya no hacían noche en sus modestas casas, mermando así su principal fuente de ingresos. Hay que decir que le dijimos que si nos daba tiempo volveríamos a descansar a su jardín y que él a cambio nos llevaría a unas termas naturales. No pudimos cumplirlo, así que otro año tendremos que volver para cumplir el trato. ;-P

La imagen de la carretera es como ver como el progreso, para bien y para mal, va llegando a los lugares más remotos. Fue una imagen muy explícita que apenas dejaba juego a las metáforas. Es cierto que esta “carretera” ha facilitado la vida a mucha gente que vivía aislada en las montañas, a días a pie de la principal ciudad. Pero por otro lado, parece que la imagen de ensueño de los aldeanos y su hospitalidad se ha difuminado con este progreso.

Día a día íbamos avanzando en nuestra ruta. Intentando no forzarnos para disfrutar del paisaje y tomar conciencia de dónde estábamos. Los primeros días cruzamos valles de arrozales y nos cruzamos con campesinos cargados con sus cestas llenas. Poco a poco dejamos los campos y fuimos entrando en zonas de bosque. Pueblo a pueblo íbamos ganando metros en nuestro ascenso y poníamos a prueba nuestra resistencia. Había días que nos cruzábamos con más gente, otros en los que gran parte del camino íbamos solos. Otras noches coincidíamos con senderistas con los que nos habíamos cruzado previamente en la ruta, y con varios «porters» con los que conversábamos e incluso llegábamos a hablar del la liga de fútbol española.

arrozales en la ruta de los Annapurnas

Dormir fue tarea fácil, el cansancio acumulado lo facilitaba. Las casitas parecían de muñecas, de madera, de vivos colores, con símbolos budistas cada vez más presentes…. Cierto es que cada vez más altos, más alargábamos el salir de la cama. Empezar el día sin el sol no tenía sentido. Sin prisas y según nuestro plan, no valía la pena empezar a caminar antes de las 8.30h. Así que alguna noche pasábamos más rato cerca de la chimenea para alargar la noche, y dormir algo más calentitos.

ruta de los Annapurnas

Vistas cerca del pueblo de Dhukur Pokhari.

Después de la zona de bosque, muy parecida a lo que uno se imagina que es pasear por los Alpes Suizos, nos acercamos a un paisaje más rocoso y árido. Las casas ya no eran de madera sino cubiertas de piedra. Las vacas campaban a sus anchas y los niños se divertían con globos. Un paisaje tan peculiar que daba pie a compararlo con las montañas de Afganistán… (sí, es que somos muy películeros!) Y las duchas! Todo un mundo el de las duchas! Pueden ser de gas, solares, a barreño calentado, a chorro, a grifo… Y no hablaremos de los retretes…. el día que había un water como lo conocemos en Europa, era todo un premio!

guesthouse ruta de los Annapurnas

Esta fue de las guesthouse más cucas en la que estuvimos, pero curiosamente en la que más frío pasamos…

Después de 6 días caminando, una medía de 5 horas al día y 10km al día llegamos a nuestra meta -personal-, el pueblo de Manang a 3540 mts de altura. Todo un reto cumplido para nosotros. Empezar a 850 mts y superar este desnivel sin percance alguno, fue todo un triunfo. Porque sí, el mal de alturas existe y es un problema real. Así nos lo explicaron un chico israelita y otro estonio que teniendo planeada la ruta completa y habiendo ascendido mucho más, tuvieron que decir basta y deshacer camino.

estupa budista en Pisang, ruta de los Annapurnas

Estupa budista del pueblo de Upper Pisang.

Nosotros no teníamos más días para seguir. Tampoco la ropa necesaria para hacer la ruta sin pasar frío. Ni la formación ni el entrenamiento, creemos, necesario para hacerlo solos. Manang es la puerta de acceso al Thorong La pass. El mítico paso en el que miles de senderistas se toman la foto cada temporada. Se levantan a las 3 de la madrugada, caminan 8h con un desnivel de 1000 mts, esquivan los gélidos vientos, se hacen la foto con la bandera budista y bajan. Así es el paso. Muy bonita la escena del triunfo logrado, pero nada fácil llegar a ella.

Podemos decir también que hemos cumplido otro sueño… ver jaks pastando en el valle de Manang! Síiiiiii! 😛

Siete días en marcha por las montañas de los Annapurnas, una especie de peregrinación interior en el que hemos tomado mayor contacto con la gente local, la religión budista, y la forma de vivir (y casi de sobrevivir) de la gente con la que hemos podido cruzarnos en nuestra ruta.

Manang, ruta de los Annapurnas

Manang, reto conseguido! A 3540mts de altitud y con vistas al glaciar Ganggapurna!

Tanto camino hecho lo deshicimos en un día con un jeep! Suena a locura, pero no nos pareció tan mal plan una vez subidos a él… Parece una salvajada pero nos consoló ver que durante todo nuestro camino no vimos ningún accidente ni ningún jeep arroyado o despeñado…. Este fue uno de los argumentos para subirnos al jeep…

De vuelta a la civilización y al ruido, decidimos escaparnos rápidos (rápido se dice pronto, tardamos 5 horas en otro “local bus”) al lago de Pokhara. Donde literalmente no hicimos nada, nada más que descansar y despedirnos de la cordillera de los Himalayas.

lago de Pokhara, Nepal

Lago de Pokhara.

Así cerramos nuestra aventura por Nepal, un país con marcados constrastes, paisajes increíbles, gente humilde y hospitalaria... Nos quedamos con ganas de más. Ha sido una primera toma de contacto con el país. Pero tan intensa que seguro que nos hará volver. 🙂

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Discussion about this post

  1. Matija dice:

    beautiful 🙂

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